Se cumplen 40 años del fallecimiento del universitario Enrique Ruano. Pese a que el régimen lo intentó presentar como un suicidio, la familia no duda de que se trató de un asesinato policial
"Es curioso cómo un Estado autoritario no pudo impedir que en la sociedad hubiese gérmenes de hombres libres", escribía Gregorio Peces-arba en 1994, al cumplirse 25 años de la muerte de Enrique Ruano en Madrid.
En enero de 1969, Peces-Barba impartía clases de Filosofía del Derecho en la Universidad Complutense de Madrid. Enrique Ruano tenía 21 años y estudiaba quinto de Derecho cuando fue detenido por la Policía política de la dictadura (la Brigada Político-Social) a las doce y media de la noche del 18 de enero de 1969. Era militante del Frente de Liberación Popular, el Felipe. Se encontraba en un bar, junto a su novia y dos personas más, que también fueron arrestadas. Ruano fue acusado de actividades subversivas contra el régimen de Franco.
Franco decretó el estado de excepción para intentar acallar las protestas
Después de tres días de interrogatorios -eufemismo con el que la policía edulcoraba la práctica de la tortura-, Enrique fue conducido a un piso del centro de Madrid para realizar un registro junto a tres agentes. Allí sucedió todo.
"Lo mataron, lo asesinaron"
Enrique Ruano subió esposado hasta el séptimo piso del número 60 de la calle Príncipe de Vergara entonces General Mola. Según los policías que lo acompañaban, emprendió una carrera hacia la salida de la casa y "sin llegar a la escalera, se arrojó a un patio interior, falleciendo en el acto", como asegura el escueto informe policial que recoge la versión oficial de los hechos. ¿Se arrojó? Su historia es un relato en el que la mentira y la difamación se entremezclan con la complicidad de todas las instituciones que sostuvieron el edificio del franquismo.
Fraga presionópara que la prensasólo difundierala tesis del suicidio
"Lo mataron, lo asesinaron. Siempre pensé que lo habían asesinado y no he cambiado de opinión en 25 años", aseguraba el abogado José María Mohedano, amigo de Enrique Ruano, en la conmemoración del 25 aniversario de su muerte. Sigue pensando lo mismo, igual que la familia y amigos del primer universitario caído en la larga agonía del franquismo. Recordando estos hechos, Joaquín Leguina habla también, sin paños calientes, de "crimen".
"Ocurrió, y con aquel Gobierno colaboraban personas tenidas hoy, en democracia, por respetables. No fue un error ni un accidente, sino el resultado de un ambiente y de la impunidad que todo régimen totalitario genera a favor de sus agentes y en contra de los ciudadanos", escribió el ex dirigente socialista.
Impacto de bala
La familia de Ruano consiguió reabrir el caso 20 años después. La primera autopsia que se le practicó, en 1969, localizó una herida "contusa redondeada" en una clavícula, que los forenses del régimen atribuyeron a un clavo contra el que habría impactado en su caída.
En 1991 se exhumó el cadáver de Ruano. Tenía serrado ese trozo de hueso, que, 40 años después, no ha aparecido. Contiene la clave para descartar definitivamente que su muerte fuera un suicidio, como oficializó la propaganda de la dictadura, orquestada por el entonces ministro de Información, Manuel Fraga. Una versión que rechaza la familia de Ruano, que no duda que fue un crimen perpetrado por el régimen franquista.
El segundo informe forense desestima la hipótesis del clavo y asegura que pudo ser una bala lo que penetró en el cuerpo del joven. Los tres policías que lo condujeron al registro, convertidos ya en comisarios, se sentaron en el banquillo en 1996 para responder por estos hechos, pero fueron absueltos. El voto discrepante de una de las magistradas del tribunal asegura que el joven fue asesinado y recibió un disparo antes de precipitarse desde una altura de siete pisos.
"Era un hombre completo y cabal", escribía sobre Ruano uno de sus profesores un año después de su muerte. Las protestas que siguieron a su fallecimiento obligaron a la dictadura a declarar el estado de excepción. La calle comenzaba a ganar el pulso al franquismo, pero muchos cayeron sacrificados por el camino. Cuarenta años más tarde, su familia se resiste a que un velo de amnesia cubra estos hechos.
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